El Fruto

El Fruto

Era un árbol joven, fuerte y noble
con profundas raíces
arraigadas el doble
con profundos matices.

En la primavera de su vida
repartió su semilla,
surgiendo una fruta prohibida
cual octava maravilla.

Este fruto, producto del amor
de ese árbol sin malicia
y tierra fértil, la mejor,
subió sin rencor, envidia ni avaricia.

El fruto al que me refiero
es mi hija preciosa
que es lo que más quiero;
más que cualquier otra cosa.

Al árbol le enfermó el alma,
pero el fruto le ayudó
a afrontar la vida con calma
y ante todo, a tener una motivación.

Hablaba en metáfora, como habréis deducido
y yo, resistiré a los embates de la vida
con la fuerza que me ha transmitido
mi fruto, mi princesa, mi hija querida.

Mi hija ha sido y será
hasta el resto de mis días
un amor de verdad
que transmite fuerza y empatía.

Ella es lo más importante,
es el bien más preciado
que tendré en el futuro, ahora y antes;
Es mi tesoro más deseado.

Por todo esto, le quiero dedicar
estas palabras sencillas
a mi hija Montserrat
para mí, la octava maravilla.

 

Agustín Luque

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